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llegaba bajando unos escalones. Alguien que había estado antes allí había hecho, al
parecer, varios trabajos: había allí un montón de arena seca, en un rincón del
subterráneo. Encontró un cartón sucio de un tamaño adecuado, lo subió a la cocina
convenientemente lleno de arena y lo puso en un rincón..
- Tendrás aire usar esto, gato - le dijo -. temo que no podrás salir por varios días.
El gato miró la caja de arena pero se quedó parado junto a la puerta.
- Miau - dijo como lamentándose.
- Quizá eres un gato sin casa. ¿Nunca has usado una caja con arena? - preguntó Doc -
Bien, tendrás que aprender..., cuando la presión es muy alta...
Llevó los platos al lavaplatos y empezó a limpiarlos.
- Te diré por qué, gato - dijo por sobre el hombro -. Trataremos de hacerlos juntos por
unos pocos días. En ese lapso, limpiaré el piso si no aprendes para qué sirve la caja de
arena. Y si sucede que me gustas y yo te parezco simpático, solamente entonces te
dejaré escoger. Podrás salir y volver si quieres, y si no te da la gana puedes dejar de venir
a maullar a mi puerta. ¿entendido?
El gato no contestó, quizá porque no había nada que contestar. Se mantuvo junto a la
puerta.
Doc decidió hacer lo que tenía que hacer y no prestarle más atención por el momento.
La cosa mental, desamparada dentro del cuerpo del gato del cual no podía librarse sin
hacer bastante más de lo que había hecho, se mantenía cerca de la puerta. La presión de
lo sólido y de lo líquido eran considerables actualmente. Y Staunton, por supuesto, ya no
le iba a dejar salir de la casa. No sentía, excepto en el sentido de ser consciente de él, el
dolor del cuerpo dentro del que estaba; pero ése no era el problema. Staunton pensaba
tenerlo encerrado durante varios días. Tenía que procurar que este cuerpo evacuara
antes que esto se transformara en una prueba más para sospechar de él. Staunton ya
tenía más que suficiente. La pregunta era si iba a usar el suelo o la caja, Si fingía ser un
gato sin casa en sentido estricto, desacostumbrado a usar cajas para estos efectos por lo
tanto, y ensuciaba el piso ahora y tan a menudo como pudiera, ¿enojaría esto a Staunton
y motivaría que lo dejara en libertad antes de que si fingía añorar su casa y utilizaba, por
tanto, la caja con arena?
Miró atentamente a Staunton, sin emoción sin odiarlo, porque la emoción del odio era
tan ajena a él como la de la piedad (excepto, en los dos casos, respecto a los de su
especie).
Repentinamente le ocurrió un pensamiento. Staunton, con sus sospechas ya en tensión
suficiente, seguramente haría un intento para localizar al antiguo dueño suyo y para
preguntarle cómo y cuándo había desaparecido. Y también otros datos, incluyendo el
grado de su cariño por la casa. Cualquier discrepancia haría más suspicaz todavía a
Staunton. La cosa mental se dio cuenta que debía examinar la mente de su huésped
actual y permitir que sus acciones se acomodaran a las del gato, a las que él, en iguales
circunstancias, habría ejecutado.
Le costó menos de un segundo localizar este tipo de recuerdos en la mente del gato.
Caminó en dirección de la caja.
Staunton, en el lavaplatos, lo miró, accidentalmente.
- Bien, muchacho - dijo -. Gatito lindo.
Sí, la cosa mental se dio cuenta de que esto era lo que debía hacer de ahora en
adelante: examinar la mente de su huésped actual y, actuar tal como ese huésped habría
actuado en iguales circunstancias, cada vez que estuviera bajo observación. Si solamente
hubiera hecho eso cuando la mujer lo divisó escondido tras la puerta... entonces habría
caminado dentro de la cocina y los habría mirado a los dos con calma en vez de
esconderse.
Una vez que tomó estas providencias, pensó en cuál debería ser la próxima etapa.
Tenía, probablemente, que acostarse y dormir un momento, pensó. Debía encontrar antes
un lugar confortable donde dormir. Había un sofá en el salón. Caminó a través del umbral,
saltó en el sofá y se acomodó confortablemente.
Staunton ya estaba de pie en el umbral.
- Okay, gato - dijo -. Te puedes considerar en tu casa. ¿Qué te hizo esconderte ayer
por la noche? - Y volvió a la cocina.
La cosa mental dejó que su cuerpo de gato descansara, pero su mente seguía
pensando lo estúpido que había sido escondiéndose dos veces, una cuando la mujer lo
había divisado en el corredor y la otra cuando, después de haber pisado la harina del
suelo, Staunton había vuelto a casa por la noche.
Se dedicó a explorar la mente de su huésped de nuevo y sin apuro. Si perdía aquí
algunos días encerrado, sería, sin duda, una molestia, pero, últimamente, sólo un retraso
para sus planes. Aparentemente, Staunton quería experimentar con él algunos test
biológicos, pero sólo manteniéndolo en una observación general. Sería fácil todo lo
demás, ahora que sabía qué tenía que hacer.
Estaba empezando a hacer algo de calor y Staunton estaba abriendo todas las
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